Un ambiente seguro


En el momento del alumbramiento, el bebé debe abandonar el ambiente cálido y seguro que le proporcionó el vientre materno durante algunos meses. La madre lo cobija entre sus brazos y cálidamente lo coloca sobre su pecho para alimentarlo, este primer contacto será el punto inicial de las relaciones sociales que formarán el incipiente nuevo mundo del bebé.

Desde algunos meses antes del nacimiento los padres ya han comenzado a crear un ambiente agradable para la llegada del bebé, algunos acondicionan una habitación especialmente para él, desplegando toda la imaginación con coloridas figuras de personajes infantiles, una hermosa cuna y diminutas prendas de vestir que esperarán la llegada del nuevo integrante de la familia al hogar. En otras ocasiones el ambiente se acondiciona de manera más austera, generalmente por cuestiones económicas. En cualquiera de los dos casos la llegada del bebé siempre despierta deseos por entregar el mejor lugar para los hijos.
Este espacio juega un papel importante en el desarrollo del bebé, en términos físicos entrega los elementos que él necesita para poder crecer de manera saludable: una alimentación adecuada, ropas, abrigo y un techo sólido. Por otro lado el desarrollo cognitivo también se favorece con el ambiente físico si este cuenta con elementos como coloridos móviles, música infantil, mordedores, y todos aquellos juguetes que estimulen su desarrollo sensoriomotriz.

En el ámbito de las relaciones familiares que circundan a la futura madre, se pueden dar una serie de situaciones que influyen de manera positiva o negativa en la creación de un ambiente saludable para el bebé. Es complejo tratar de abordarlas todas, debido a que son variadas las configuraciones que se pueden dar en esta tarea, sin embargo podemos plantear una reflexión inicial que nos ayude: los futuros padres requieren de todo el apoyo emocional posible, sólo así cultivarán aquella confianza que les permita visualizar un ambiente seguro para su hijo.

El ambiente emocional que circunda el bebé durante los primeros meses de vida es importante como fuente de aprendizaje tanto para el niño como para sus padres, por un lado ellos buscarán la mejor forma cumplir con su nuevo rol con los recursos que poseen, y que han aprendido a partir de su experiencia como hijos. Esto determinará de manera importante el estilo de crianza que ellos adopten. Además escucharán atentamente los consejos de los médicos, enfermeras, familiares y amigos que tengan más experiencia. Todos los aportes serán bienvenidos, aunque es preciso señalar que son ellos los que deberán decidir qué es lo mejor para su hijo. Esta tarea nunca resulta sencilla y en algunos casos es motivo de angustia, pero es necesario considerarla como una parte importante de nuestro aprendizaje como padres, además en esta etapa los padres empiezan a conocer a sus hijos.

Por otro lado los niños comienzan un largo camino de aprendizaje que depende en gran medida del ambiente que hayamos generado, si tenemos un buen comienzo esteremos contribuyendo de manera positiva a la salud emocional de los niños.

Los niños aprenden de los padres, pero ellos también deben aprender de los niños.

Leonor Merino Barrueto,
Psicóloga.