El apego.


John Bowlby (1907-1990) Pediatra y psicoanalista Inglés fue pionero en las investigaciones y elaboraciones teóricas sobre la conducta de apego a finales de los años 50. A partir de aquellos primeros trabajos se han seguido realizando estudios, cuyos resultados han fortalecido los postulados iniciales de Bowlby, ocupando hoy en día un lugar importante en el ámbito de la psicología.

Él definió la conducta como “cualquier forma de comportamiento que hace que una persona alcance o conserve proximidad con respecto a otro individuo diferenciado y preferido.” (Bowldy, 1993)

La importancia de esta conducta de apego esta dada por la seguridad afectiva que le brinda una persona a otra, lo cual se vuelve fundamental en la relación que establecen los bebés con sus figuras parentales. Es importante señalar que la calidad de esta relación durante la primera infancia, influirá de manera importante en el desarrollo afectivo, social y cognitivo del bebé.

Las investigaciones han demostrado que la calidad de la interacción entre padres e hijos influye de manera significativa en la generación de conductas de apego, es importante establecer cercanía con los niños desde el momento del nacimiento, las miradas, las atenciones, el contacto físico como besos y abrazos, las verbalizaciones, saber escucharlos y entenderlos, responder de manera asertiva a sus señales; todas estas son conductas que ayudan a entregar la seguridad que requiere el infante durante sus primeros años de vida, periodo en cual deben establecer esa confianza básica que les ayudará en su desarrollo ulterior.

El niño puede establecer conductas de apego con más de una figura, siendo la madre quien ocupa una posición prioritaria para el bebé. Esto ocurre por que es ella quien pasa la mayor parte del tiempo con los bebés. El padre por su parte, también participa de estos cuidados y atenciones, generando una cercanía significativa e importante para el infante. Puede haber otras figuras que respondan a las necesidades del niño, como los abuelos, tíos, hermanos; lo que marca la diferencia entre las figuras significativas para el infante, es la calidad de la relación que se estable con ello.

En algunas oportunidades los infantes quedan al cuidado de personas que no son sus padres, estas cuidadoras asumen la responsabilidad de velar por el bienestar de los niños, si ellas establecen una relación afectiva que dé respuestas asertivas a las señales del bebé, se convierten en figuras significativas que contribuyen a su desarrollo saludable. En términos básicos una cuidadora que responde de manera saludable al desarrollo del infante debe ser atenta, sensible, estimulante y cariñosa.

Considerar y potenciar aquellas acciones que ayudan a establecer una relación afectiva que genere una conducta de apego en nuestros niños, debe ser una tarea constante al interior de la familia, la sociedad y las instituciones encargadas de velar por los mas pequeños, (salas cunas, jardines infantiles, etc.)

Podemos señalar que abordar temáticas como el apego en instancias como los talleres psicoeducativos, o cualquier otra iniciativa que contribuya a reflexionar en torno a la crianza y cuidado de los más pequeños, es fundamental para el bienestar de las personas y la sociedad en general. Que nuestros niños sean adultos seguros, emocionalmente estables, independientes, positivos y personas de bien para la sociedad, depende en gran medida de lo que nosotros hagamos o dejemos de hacer como padres.

Leonor Merino Barrueto.
Psicóloga.