El juego es una de las actividades más importante en la vida de los seres humanos, gracias a el hemos desarrollado de manera significativa nuestras habilidades afectivas, cognitivas y sociales, desde nuestros primeros días de vida.
Podríamos decir que nuestro primer objeto de juego fue nuestra madre, cariñosamente ella nos invitaba a participar de esta actividad a través de gestos y caricias que estimulaban nuestro desarrollo. De esta manera el juego se inscribe en un primer momento como una prolongación de la relación que tenemos con ella, para luego dar paso al descubrimiento de un mundo que va más allá de esas fronteras.
Por ejemplo, lo que en un primer momento fue un “reflejo de aprensión” que nos permitió aferrarnos firmemente a cualquier cosa que tuviéramos a nuestro alcance, luego se transformó en una poderosa herramienta que nos ayudó a desarrollar movimientos de manera consciente, como tomar una pequeña pelota y tratar de arrojarla lo más lejos posible, esperando que nuestra madre o padre acudieran rápidamente en su búsqueda.
En esta pequeña escena se aprecia la importancia del juego: por un lado hay una elaboración cognitiva al arrojar la pelota de manera consciente con una clara intención, lograr una respuesta por parte de los padres, si ellos responden y traen la pelota, significará que el bebé no sólo logró su objetivo, sino que también estará desarrollando habilidades comunicativas. Por otra parte está entrenando sus capacidades psicomotoras, fomentando una conducta de apego y desarrollando sus habilidades sociales con otras personas.
En cada etapa del desarrollo el juego cumple una labor particular que va de la mano del desarrollo físico, cognitivo y afectivo. Por ejemplo durante la primera infancia los niños descubren el mundo a través de los sentidos, miran aquellos objetos que le resultan llamativos y tienden a seguirlos con la mirada, estimular a través del juego con objetos que incluyan distintas formas y colores, y de una manera adecuada, resulta muy importante. Los bebés juegan con objetos que puedan tomar con sus manos y los acercan a su boca de manera casi mecánica, así ellos descubren el mundo a través de su boca, es importante ayudarlos en esta tarea con juguetes de dentición, que sean seguros para él. Es fundamental realizar un juego que estimule de manera adecuada los sentidos, con esto estaremos contribuyendo a un desarrollo sensoriomotriz saludable en el bebé.
A partir de los dos años los niños desarrollan el “juego simbólico”, esto es una forma de acercarse e interiorizar la realidad que circunda de una manera saludable. El niño simboliza las situaciones a través del juego, por ejemplo, puede tomar una cuchara y darle de comer a un oso de peluche, de manera similar a como lo hacemos los padres con él, mientras gesticula algunas extrañas palabras que estimulan el desarrollo del lenguaje, también puede tomar un palo de escoba y cabalgar de manera presurosa por el jardín. En este contexto los niños interiorizan la realidad de acuerdo a su manera, no existen normas rígidas que estructuren esa realidad, todo es flexible y todo es posible para ellos. El juego simbólico es un espacio de aprendizaje esencial, estimula su sistema cognitivo, la afectividad, el habla y la sociabilización. Durante esta etapa es importante entregar los espacios necesarios que le permitan al niño desarrollar el juego simbólico, siempre con nuestro apoyo.
El juego es un actividad que esta presente en nuestro diario vivir, tal vez no somos totalmente consciente de ello, pero si de vez en cuando jugamos futbol, competimos con un compañero por algo, nos reímos en una reunión de trabajo, bailamos de manera extravagante o nos tiramos al suelo para jugar con nuestros niños, estamos jugando, y más aun estamos creando.
El juego es parte de nuestras vidas, desde nuestro nacimiento.
José Luis Torres C.
Psicólogo