Las pataletas



Durante el segundo año de vida de los niños se aprecian una serie de cambios físicos y psicológicos que señalan el inicio de una nueva etapa en su desarrollo. Desde hace algún tiempo han comenzado a explorar todos los lugares de su entorno más cercano, agudizando su capacidad exploratoria que los llevará a descubrir mundos nuevos cada día. Un incipiente vocabulario acompaña sus acciones diarias y las primeras manifestaciones de independencia forman parte su conducta.

Los almuerzos y comidas ya no requieren de la ayuda de un adulto, el niño se siente capacitado para sumir esta tarea por sí mismo, por lo menos así lo hace ver. Toma sus ropas y con gran dificultad logra ponerse la manga de una polera y se niega a recibir ayuda si le tienden una mano, se siente cómodo y seguro manipulando diversos juguetes aunque quisiera tomar aquellos objetos que le han sido vetados por sus padres y que son en extremo peligrosos. En esta etapa él busca fortalecer su independencia, cuestión que le ocasionará más de algún problema con sus padres, quienes comenzarán a poner algunos límites al pequeño hombrecito o mujercita de la casa.

Esta etapa que algunos denominan “periodo de obstinación” o “periodo de negativismo” se puede apreciar en la mayoría de los niños entre los dos y tres años de edad, aunque puede extenderse hasta los cinco. Durante este periodo el niño tiene un tipo de pensamiento egocéntrico que le impide ver su opinión como una más dentro de muchas otras. En otras palabras, para él, el mundo gira en torno suyo. Esto que podría parecer extraño frente a los ojos de los adultos es una conducta normal y necesaria durante este periodo del desarrollo.

En este etapa de la vida surgen las primeras manifestaciones de pataletas, las que podríamos definir como expresiones normales ante una situación de frustración que ha vivenciado el niño. Si bien su capacidad motora le permite realizar una serie de actividades, la motricidad fina aun no esta bien desarrollada, provocando algunas situaciones que desencadenan sentimientos de rabia en el niño, por ejemplo el tratar de ponerse un calcetín sin obtener el resultado deseado puede provocar sentimientos de rabia y frustración, desencadenando una pataleta.

Otras situaciones que desencadenan pataletas son aquellas relacionadas con los límites. Si consideramos que en esta etapa busca fortalecer su “independencia” y además posee un pensamiento egocéntrico, no es de extrañar que muestre rabia e incluso ira cuando siente que sus deseos le son coartados por otras personas, especialmente por sus padres. Ellos reaccionan con golpes de pie y puños acompañados por gritos en medio de un llanto colérico, también pueden llegar a golpear su cabeza contra el suelo o muro, morderse las manos y revolcarse vívidamente en el suelo. Todas estas manifestaciones de frustración pueden resultar dolorosas para los padres, no es fácil ver a un hijo en una escena como esta sin dejar de sentirse impotente.
Ante las pataletas de los niños muchos padres adoptan dos actitudes diametralmente opuestas, por un lado están aquellos que actúan de manera extremadamente permisiva esto quiere decir que ante la más mínima señal de pataletas bajan los brazos y dejan que el niño haga su voluntad, aunque implique romper límites básicos que el niño debiera respetar. Por ejemplo, un padre que deja que su hijo de dos años juegue con un lápiz puntiagudo después de un episodio de pataletas. En el otro extremo están aquellos padres que ante la mínima manifestación de pataleta, toman al niño y lo dejan en una pieza solo, hasta que se le pase la “maña”, o peor aun, lo reprimen duramente evitando que el pequeño manifieste su rabia, impidiendo incluso que llore.

Los dos extremos dejan huellas negativas en la personalidad del niño, debemos recordar que los pequeños a esa edad no tienen la capacidad cognitiva para elaborar de manera distinta la frustración, un adulto cuando siente rabia puede no manifestarla, un niño NO puede hacer eso.

En el primer caso, los padres demasiado permisivos impiden que el niño vivencie la frustración, provocando a la larga una baja tolerancia a la misma durante las etapas posteriores de la vida. En el segundo caso los padres coartan el desarrollo del niño, probablemente en las etapas posteriores de su vida sea una persona con poca participación en su entorno, sin mucha iniciativa, con una actitud de sometimiento, rabia, frustración, entre muchas otras características que denotan las personas que han tenido una crianza marcadamente rígida.

Entonces, ¿qué hacemos?, lo primero es considerar las pataletas como conductas normales en el desarrollo del niño, es su forma de comunicar su rabia y frustración. En segundo lugar las pataletas se manifiestan de maneras distintas, ningún niño es igual a otro. Por último debemos considerar que el abordaje de las pataletas tiene efectos positivos o negativos en la formación de la personalidad del niño, esto depende del estilo de crianza que asuman los padres.

Un estilo de crianza saludable para los niños es aquel que tiene una justa medida entre lo permisivo y lo autoritario, esto lo podemos encontrar en los llamados padres “autoritativos”. Ellos fijan reglas claras y firmes, pero mantienen el cariño y seguridad que necesita el niño. Si su hijo tiene una pataleta, adoptan una actitud firme y al mismo tiempo acompañan a su hijo en esos momentos, incluso lo toman del brazo y le explican el porqué de su decisión, aunque el niño no sea capaz de comprender las razones notará el cariño y la preocupación de los padres, vivenciando la frustración de una manera distinta, más sana. Una de las cosas más importantes para el niño en esta etapa es sentirse seguro y querido por sus padres.

Si él acepta la frustración como una parte de la vida que no representa peligros para su subsistencia, comenzará a tolerarla de manera saludable, y en el futuro se adaptará de mejor manera a las situaciones difíciles de la vida.

José Luis Torres Cañoles.
Psicólogo